Apenas quedan restos de esta ermita de origen remoto que, en el año 1612, fue transformada sustancialmente por Andrés de Alargunsono, a quien se paga en el 1625 por la obra de ladrillo, bóvedas y casa del ermitaño. La tasación la llevó a cabo Martín de Eraso, maestro albañil vecino de Andosilla, y los gastos fueron sufragados por los cofrades de Nuestra Señora del Rosario.